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Desde enero, ha habido más de 10 millones de inscripciones en la mayor blockchain del mundo, y este número sigue creciendo exponencialmente.
Para proporcionar algo de contexto, el protocolo Ordinals permite la identificación ordenada de satoshis, la subdivisión más pequeña de un Bitcoin (BTC), permitiendo que cada uno de ellos tenga una identidad individual. A partir de ahí, la gente puede inscribir satoshis con contenido arbitrario, creando artefactos digitales nativos de Bitcoin, más comúnmente conocidos como nonfungible tokens (NFTs).
Entre las diversas narrativas derivadas de esta técnica, ha salido a la luz la existencia de un grupo extremadamente clandestino de individuos que identifican, rastrean y comercian con satoshis históricos de gran valor. Se les conoce como “cazadores de satoshis”.
No se puede negar que el ecosistema Bitcoin está experimentando un periodo de tremenda innovación desde la llegada del Protocolo Ordinario a principios de 2023.
Su actividad principal consiste en realizar transacciones de millones de BTC en busca de satoshis que estuvieron presentes en momentos históricos del mundo cripto.
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Esta práctica se conoce como “caza de satoshis” y puede compararse a retirar continuamente dinero de un banco en busca de monedas raras: Retiras 10.000 dólares, te quedas con 1 dólar de monedas raras, depositas los 9.999 restantes y repites el proceso de retirar otros 10.000 dólares en un ciclo continuo.
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El grupo que posee la mayor cantidad de satoshis raros es la Rare Satoshi Society, que ya ha negociado más de 1.000 millones de dólares en volumen de Bitcoin en busca de estos satoshis históricos.
Se están haciendo conocidos por proporcionar satoshis raros para la mayoría de los experimentos de Ordinals e incluso vendieron un solo satoshi por 0,5 BTC.
Y es fascinante observar cómo algunos proyectos Ordinals están adoptando esta narrativa. Un ejemplo es el proyecto Nakamoto Whales, que acuñó una parte de su colección en satoshis raros de los primeros mil bloques minados, incluyendo uno minado por Satoshi Nakamoto.
Junto al despliegue de NFT en satoshis raros, también existe una tendencia emergente de fichas fungibles con inscripciones históricas (BRC-20). DAnTer, miembro de la Rare Satoshi Society, inscribió recientemente una colección, FHAL, en un satoshi que fue minado por el legendario Hal Finney en el bloque 78 con el propósito de democratizar el acceso a un activo histórico de este tipo para más individuos.
Ahora, según DAnTer, hemos entrado en una era en la que un Bitcoin ya no es igual a un Bitcoin – y un satoshi pasa a ser igual al infinito.
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Y aunque la narrativa de los satoshis históricos sigue siendo clandestina, los tokens fungibles en la red Bitcoin están más de moda que nunca. OKX, una de las mayores bolsas del mundo, acaba de anunciar la cotización de ORDI, el mayor token BRC-20 en términos de capitalización de mercado, mientras que OXBT, uno de los tokens BRC-20 más populares, ha superado a Bored Ape Yacht Club en el gráfico de volumen de siete días, justo después de su lanzamiento.
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En febrero, la gente operaba con Ordinales utilizando hojas de cálculo Excel debido a la falta de infraestructura. Hoy, apenas unos meses después, las principales bolsas se están sumando a este movimiento. Grandes marcas como Bugatti han mostrado interés en la narrativa de los sats raros, e incluso se habla de contratos inteligentes en la red Bitcoin.
¿Podría ser esta la fase de mayor innovación e incorporación en la historia de Bitcoin?
Lugui Tillier es el director comercial de Lumx Studios, un estudio líder en Web3 que cuenta entre sus inversores con el Banco BTG Pactual, el mayor banco de inversión de América Latina. Lumx Studios tiene casos anteriores en Web3 con Coca-Cola, AB InBev, Nestlé y Meta.
Source: COIN TELEGRAPH
